ISBN 978-84-939322-6-8
420 Páginas
PVP 18€
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INFORMACIÓN
DEL LIBRO: Este libro es una invitación al baile del terror: un
baile con vestidos antiguos, máscaras, joyas delicadas, una gota de sangre
recorriendo el cuello mientras un vampiro noble y educado se lame los labios;
en el que una joven atrevida, con un candelabro en la mano, abre la puerta prohibida
de la vieja mansión, cubierta de telas de araña, para encontrarse
detrás el terrible monstruo que hará vibrar la imaginación.
En
la soledad e indefensión del ser humano ante su realidad y ante el mundo,
los sueños, la literatura, son un refugio en el que recuperar el calor
perdido en una época fría que tiene como único sueño
el dinero y los placeres cercanos.
La amada muerta, la imposibilidad del
reencuentro, el miedo a la muchedumbre, los personajes más tradicionales
del género desde el vampiro al muerto viviente y al fantasma, el terror
psicológico, el paisaje tenebroso, nobles edificios en ruinas, nuestro
corazón bombeando salvaje, los cementerios y los aparecidos, las nuevas
versiones de vampiros propias del S.XXI tan queridas por el público juvenil,
todo ello y mucho más está en Los mejores terrores en relatos,
un libro que no pretende ser el referente de ninguna corriente literaria, sino
ofrecer el placer del miedo y de lo irracional durante algunas horas, mostrando
toda la variedad de las diversas corrientes creativas en sus 420 páginas,
y si es posible, que al acabar su lectura ya no se pueda volver a ver el mundo
real del mismo modo, porque detrás de cada rostro gris y aburrido del entorno,
comprenderemos que se puede esconder una bestia repugnante dispuesta a acabar
con nuestra felicidad. Tras leer Los mejores terrores en relatos
ya nunca podremos dejar de estar en guardia.
En Los mejores terrores en
relatos encontramos desde los principales autores de los S.XIX y XX hasta los
más interesantes narradores actuales. Virginia Woolf encabeza la
relación de clásicos del S.XX, y junto a ella encontramos a Yeats,
Lovecraft, E.F. Benson, Gustave Le Rouge, Saki y Daniil Jarms.
Hay
clásicos anteriores a esta época, como Charles Nodier, Robert
Louis Stevenson, Edgar Allan Poe, Chejov, Ambrose Bierce, Thomas Hardy, Lautréamont,
Guy de Maupassant, Alphonse Daudet, Villiers de L’Isle Adam y Charles
Baudelaire.
Y por supuesto, los más interesantes escritores
de nuestra época: Robert Leslie Bellem, María Zaragoza, Fernando
Savater, Eduardo Vaquerizo, Álvaro Díaz Escobedo, Rubén Serrano,
José Luis Ordóñez, Jesús Yébenes, Joan Llensa,
Fco. Javier Illán Vivas, Mar Cueto Aller, Andrés Fornells, Fco.
José Segovia Ramos, Rosario Martínez, Javier Fernández Jiménez,
Abel Bri, Thais Nadal, Ainhoa Bárcena, Santiago Bergantinhos, Enrique Rajoy,
José G. Cordonié, Lucía del Mar Pérez, Laura Garrido,
Curro Esteves, Irene Sanz, Eva Mª Cabellos, José Luis Caramés,
Francisco García Bausán, Elena Marqués, Miguel Ángel
de Rus y Raúl Hernández Garrido.
P.- ¿Tiene razón de ser la literatura de terror en un mundo racional
en el que se puede conocer el origen de casi todo?
R.- Imagino que cuanto
más racional es el mundo, más necesario es evadirse a través
de cosas que no podemos controlar, como el miedo. El miedo es algo que no puede
controlarse y que no depende de que se pueda explicar el origen de lo que nos
asusta. De hecho cuando se abre el ascensor y vemos algo dentro que se mueve,
el cuerpo se pone alerta antes de reconocer a tu vecino. El miedo es necesario
y nos mantiene a salvo en el mundo, que algo nos asuste nos puede salvar la vida.
A un nivel menos "fundamental", la literatura y el cine de terror nos
mantienen conectados con la imaginación del peligro, con el misterio, con
lo que nos puede llegar a superar. Y creo que cuanto más explicamos las
cosas, más necesario es tener dentro ese aviso, esa alerta.
P.- ¿De qué trata tu relato Algo pequeñito del
libro Los mejores terrores en relatos?
R.- Algo pequeñito
habla precisamente de lo que no podemos controlar. El ser humano se creo invencible
ante otros seres vivos, es como "el rey de la creación", pero
qué pasaría si la naturaleza diseñase un ser específico
para terminar con el ser humano, algo pequeñito, invisible a la vista,
imposible de erradicar y sin piedad alguna. Yo creo que la naturaleza se defiende
y me aterra la posibilidad de que lo haga. Este relato refleja de alguna manera
ese miedo mío
P.- ¿Qué autores
clásicos de terror o de literatura de género pueden haber influido
más en tu forma de entender la literatura?
R.- Mary Shelley desde
luego, creo que hay un antes y un después en mi vida marcado porque me
mandaran traducir "Frankenstein" del inglés en el instituto.
Mi descubrimiento de "Dracula" de Stoker fue también bastante
impactante (sobre todo porque me pareció una novela tan moderna que no
podía creer el año de escritura) y tengo que admitir que soy de
la teoría de Lovecraft. Explico esto: sus relatos nunca me terminan de
convencer, pero hay algo muy bueno en ellos que es que el mal apenas aparece descrito.
Opino que lo que realmente da miedo es aquello que no podemos ver, definir o controlar,
porque no podemos encontrar sus puntos débiles ni combatirlo. Esa idea
me parece maravillosa.
P.-¿Cómo
logras mantener en tus novelas el equilibrio entre realismo y fantasía?
R.- Supongo que es algo que sale solo. Cuando las cosas te interesan tiendes a
mezclarlas. En mi caso, me interesa tanto el género como el realismo. Me
parece que los personajes tienen que ser seres humanos como tú y como yo
para que el lector conecte bien con ellos, para que se emocione cuando se emocionan,
los ame o los deteste. Pero utilizar un elemento fantástico para contar
algo muy realista, me gusta. En el fondo cada vida es maravillosa y fantástica
si sabes cómo mirarla. Creo que es algo que siempre he querido transmitir.
P.- ¿Cómo surgió la idea de tu novela Dicen
que estas muerta?
R.- Tiene muchos nacimientos. El primero es la canción
¿Dónde estás? de Jaime Urrutia. La primera estrofa
de esa canción deja entrever una historia que yo quería contar.
Después llegó la muerte de Antonio Vega, que forma parte fundamental
de la historia, y muchas historias, personajes, que llevaban guardados años
en un cajón esperando, eran fundamentales para lo que quería contar
en esta. Así, poco a poco, creé lo que más tarde sería
este libro. Después comprendí que todo había empezado mucho
antes, cuando años atrás descubrí que conocía a un
asesino y que la maldad no se reflejaba en su rostro. Aquel chico al que había
dado de cenar en el bar de mi familia, había matado a una muchacha, y era
un hombre como cualquier otro. Eso me hizo pensar que quizá en cada uno
de nosotros hay una bestia y un héroe, y que las circunstancias y nuestra
capacidad de elección nos llevan a aproximarnos más a una cosa u
otra.
P.- Ganaste el Premio Ateneo Ciudad de
Valladolid por Los alemanes se vuelan la cabeza por amor. ¿De qué
trata??
R.- Es un cruce de personajes, desde distintos lugares Madrid,
Tokio, Londres, Colonia, se encuentran en una ciudad misteriosa, en una plaza
en concreto, un lugar sin tiempo, pero con espacio, en el que se crean y se resuelven
todos los conflictos del mundo. Empezó en mi cabeza hace seis años
y gracias a internet y las redes sociales se haya podido establecer un paralelismo.
Quizá Internet es la Ciudad compuesta de todo lo que hay en el mundo. Y
Facebook o Twitter sean como la plaza pública, el ágora, donde la
gente se reúne y se crean las revoluciones modernas, como el 15M.
El relato de terror, fantástico, gótico, o cualquier género
cercano, nos devuelve a la adolescencia, a la primera madurez, a esos tiempos
en los que éramos más ingenuos, en los que creíamos en el
«bien» y por lo tanto en su contrario, el «mal». Para
sentir miedo —o algún tipo de vibración especial en el alma—
hay que mantener una mente joven, abierta a lo novedoso, olvidar la realidad y
buscar en las ensoñaciones más lúgubres la otra cara de nuestro
ser, esa otra cara que se nos oculta y nos ocultamos. Si se medita un instante,
se constata que el terror y el amor parecen caras de la misma moneda, flores que
sólo nacen de la ingenuidad, del olvido de la realidad, de la esperanza,
de la sorpresa, de un alma henchida a pesar de lo cotidiano.
Resultan
adorables esos vampiros que iluminaron nuestros años mas jóvenes
y que en el S.XXI, ante la crueldad de los Estados, de las mafias, de los poderosos,
de la sangrante realidad, nos parecen deliciosamente entrañables. El vampiro
que sale de su cripta a buscar su desayuno en glóbulos rojos resultaría
hoy un buen amigo para nuestras hijas adolescentes, porque sin duda sería
más caballeroso de lo que ellas jamás hubieran creído posible.
El monstruo de Frankenstein no daría miedo, sino que sería un paria
más buscando amor, cariño, amistad, algún sentimiento que
nutriera su alma herida. Las apariciones fantasmagóricas, los muertos vivientes,
las almas que vuelven a ajustar cuentas o a pedirnos explicaciones, son cosa del
pasado, de ese tiempo en el que había creencias religiosas, esperanza en
un más allá, en una justicia superior, en una vida eterna en las
dulces praderas del cielo de cada uno. Y una vez que hemos llegado a la madurez
y sabemos tantas cosas, la melancolía se apodera de nosotros y añoramos
los tiempos en que éramos ingenuos, teníamos miedo al infierno,
al fantasma, al juicio final, aquellos tiempos en que creíamos que en un
monte soriano podría encontrar la muerte un joven valiente o en un monte
de Grecia existían dioses bellos y terribles. Los montes ya no guardan
secretos, las nubes que en la mañana rodean sus cimas son sólo agua,
por encima de esas nubes no hay nada. Y en esa terrible soledad e indefensión
del ser humano, solo ante su realidad, solo ante el mundo, la imaginación,
los sueños, la literatura, son un refugio en el que recuperar el calor
perdido en una época que tiene como único sueño el dinero
y los placeres cercanos.
Aquella deliciosa ingenuidad de los felices años
20 del pasado siglo, aquella dulce candidez decimonónica de los folletines
en la prensa, de las páginas en la tarde a la luz de la vela, aquella ingenuidad
que llevaba a los intelectuales, a los dandys, a morir en las guerras de sitios
lejanos como Grecia o España por ideales, aquella ingenuidad… ¡Maldita
sea! Queríamos vivir en el siglo de la razón, ser ciudadanos en
un mundo construido con la lógica más sublime, pero no queríamos
perder la fantasía, y nos la han robado con nuestra aquiescencia.
M.A.R.
Editor pretende ser esa llama robada a los dioses que ilumina la cultura de occidente,
ser la memoria y el presente, ser ese mundo que nos pretenden arrebatar. Por ello,
hemos unido en este volumen dedicado a nuestros terrores a escritores decimonónicos,
a clásicos del S.XX y a brillantes autores contemporáneos, que nos
muestran todos nuestros miedos, los antiguos y los actuales, y pedimos al lector
que sea nuestro cómplice, que vuelva a su primera juventud, a esa dorada
inocencia, que —como dijo Machado— da en no creer en nada.
Los
mejores terrores en relatos pretende que el alma herida se refugie en estas 420
páginas llenas de miedos que pueden parecernos incluso simpáticos,
en terrores falsos, literarios, en viajes imposibles, seres irreales, en nuestros
miedos de infancia, en la verdadera vida, esa que intenta subsistir más
allá de las modas de pensamiento, más allá de los gobiernos
y las doctrinas.
Los autores que participamos en este libro deseamos,
primordialmente, que seas nuestra pareja en el baile del terror, un baile con
vestidos antiguos, máscaras, joyas delicadas, una gota de sangre recorriendo
el cuello femenino mientras un vampiro noble y educado se lame los labios satisfechos.
O que seas esa joven atrevida que, con un candelabro en la mano, abre la puerta
de la vieja casa solariega, cubierta de telas de araña, para encontrarse
detrás —como ya intuíamos— el monstruo terrible que hará
vibrar la imaginación.
El miedo permitió a los seres humanos
subsistir en los tiempos más oscuros. En la actualidad, en un mundo racional,
ordenado hasta el hastío, parece innecesario, hasta que un día alguien
enloquece y todo salta por los aires.
La amada muerta, la imposibilidad
del reencuentro, el miedo a la masa humana, los personajes mas tradicionales del
género, el terror psicológico, el paisaje tenebroso, las telas de
araña, nuestro corazón bombeando salvaje, los cementerios y los
aparecidos, todo ello y mucho más está en Los mejores terrores en
relatos, un libro que no pretende ser el referente de ninguna corriente literaria,
sino darte el placer del miedo y de lo irracional durante algunas horas, y si
es posible, que al acabar su lectura ya no puedas volver a ver el mundo real del
mismo modo, porque detrás de cada rostro gris y aburrido de tu entorno,
comprenderás que se esconde una bestia repugnante dispuesta a acabar con
tu felicidad. Y ya nunca podrás dejar de estar en guardia.
MIGUEL
ÁNGEL DE RUS