Colección NARRATIVA nº 153
ISBN: 978-84-17433-94-9 • 130 páginas • PVP: 14,95 €
INFORMACIÓN DEL LIBRO:
Luis Leante —uno de los autores más premiados de nuestra literatura— reconoce que esta es su obra favorita de cuantas ha escrito. Academia Europa es la historia de un estudiante universitario que busca desesperadamente un trabajo. Una novela autobiográfica en la que compartimos el desasosiego del joven autor, la forma en que se verá dominado por el entorno, casi al modo de una tragedia griega, pero con un humor que nos lleva a ser cómplices de sus andanzas.
El protagonista acude todas las tardes a la academia Europa y pasa las horas en un edificio antiguo y decadente. El joven descubre que hay algo entre aquellas paredes que atrapa para siempre a quien las habita. Ariadna es la esposa del anciano director y su vida será sacudida por una tremenda pasión. Se verá involucrado en un triángulo amoroso que recrea el mito de Teseo y el Minotauro. Pero esta vez el hombre puede caer en las redes de las mujeres, porque, además, entre los numerosos obstáculos que tiene que sortear, está la hija de Ariadna, una moderna Lolita.
El autor siembra muchas pistas de su pasado y mucha “verdad”. Cuando deja de ser estudiante y cambia al otro lado de la mesa del profesor siente una nostalgia, sin explicación lógica, por los años pasados. Ha conseguido lo que quería y, sin embargo, añora cuanto deja atrás. Y con ese bagaje empieza a escribir una novela de autoficción.
Almudena Grandes afirmó de esta novela: “Está muy bien escrita, se lee muy bien y es ambiciosa porque recrea un ciclo mitológico. Es una novela muy atractiva porque reúne una calidad formal indudable con un buen argumento”.
(Caravaca de la Cruz, Murcia, 1963)
Es licenciado en Filología Clásica por la Universidad de Murcia. Además de dos libros de relatos El criador de canarios y El último viaje de Efraín, ha publicado las novelas: Camino del jueves rojo (1983), Paisaje con río y Baracoa de fondo (1997), Al final del trayecto (1997), La Edad de Plata (1998), El canto del zaigú (2000), El vuelo de las termitas (2003), Mira si yo te querré (2007, Premio Alfaguara de Novela), La Luna Roja (2009), Cárceles imaginarias (2012) y Annobón (2017). También es autor de novelas de género juvenil.
Ha publicado las obras de teatro Se ofrece mezzosoprano para tareas del hogar (2018), Historia de una cornisa (2019) y Los resistentes (2019), Mención Especial del Jurado del XIII Premio El Espectáculo Teatral de Ediciones Irreverentes.
Ha ganado algunos premios literarios, entre los que destacan el Premio Alfaguara de Novela, el Premio Mandarache y Premio Hache de los Lectores y el Premio Edebé de Literatura Juvenil. Luis Leante es uno de los escritores más sólidos de nuestro panorama literario. Su obra está traducida a veinticinco idiomas. Academia Europa es su primera publicación en M.A.R. Editor.
P: ¿Academia Europa es una novela mitológica, de amores prohibidos, de denuncia, o una historia que al autor le hubiera gustado vivir?
Respuesta: No estoy muy seguro. Posiblemente sea un poco de todo eso y alguna cosa más de la que no soy consciente. Me cuesta trabajo tomar distancia con las novelas que escribo y analizarlas. Lo que sí tengo claro es que a la hora de ponerme a contar esta historia no tenía ninguna meta a la que llegar, ni sabía el camino que iba a seguir. Pero, sí, por el camino fue tomando fuerza el tema del amor, o más bien el del deseo, mi visión particular sobre el mundo de la educación, que está muy viciada por las experiencias que he vivido en ese mundo académico. Y, aunque no me gusta hablar de autoficción, creo que todo el mundo que cuenta una historia, aunque se desarrolle en el año 6.000 en un planeta de otra galaxia, termina hablando de sí mismo. La clave, para mí, es que no se note que uno habla de sí mismo. Pero respeto mucho a quienes son los protagonistas de sus historias, por supuesto, y lo dejan bien claro para que se sepa. Lo importante es la historia y no el origen de la historia.
P: Ganó el Premio Ciudad de Barbastro con Academia Europa y cautivó a grandes escritores. ¿Quiénes fueron los que mejor valoraron esta obra?
R: Pues no estoy muy seguro. Además del jurado y los críticos que la leyeron, no me dio tiempo a disfrutar de esta novela ni a recibir el feedback de los lectores. Perdón por la palabreja, pero es que "retroalimentación" me suena a publicidad de dietas de última generación. Ocurrió algo curioso, que fue bonito y triste a la vez. Cuando la novela se publicó por primera vez, yo no era un escritor conocido y casi nadie se enteró de su existencia. Yo no la vi jamás en ninguna librería. Pero, poco tiempo después, volvió a publicarse y, al mismo tiempo, gané el Premio Alfaguara con Mira si yo te querré, una novela que borró del mapa a Academia Europa. La novela de Alfaguara acaparó toda la atención. Parecía que solo hubiera escrito aquella historia. Nunca hablé con alguien que la hubiera leído Academia Europa. Fue una experiencia agridulce. Por eso ahora me hace una enorme ilusión verla publicada. Recuerdo que Almudena grandes afirmó: “Está muy bien escrita, se lee muy bien y es ambiciosa porque recrea un ciclo mitológico. Es una novela muy atractiva porque reúne una calidad formal indudable con un buen argumento”. No me conocía cuando lo dijo. Luego nos hicimos amigos.
P: Esta novela parece escrita con una libertad que ahora no es muy frecuente. ¿Si alguien escribiera estos enredos amorosos ahora lo haría igual o se cuidaría de decir ciertas cosas?
R: Yo creo que la escritura no está influida (no debería estarlo) tanto por los tiempos y las modas literarias como por el estado de ánimo o la situación de los autores. Lo que tal vez podría ocurrir, más bien, es que costara más trabajo ahora encontrar a un editor que se entusiasmara con este tipo de novela. Pero no creo en la autocensura del autor. Vamos, en mi caso, al menos, no me la he impuesto nunca, ni antes ni ahora. Ya vendrán otros que te rechazarán, así que mejor no hacerlo uno mismo. En realidad, cuando empiezo a escribir, nunca sé si eso se publicará alguna vez o no, así que me preocupo por disfrutar y sufrir, a partes iguales, en el proceso. Pero lo realmente duro viene después, cuando alguien ajeno, pongamos un editor, tiene que decidir si eso merece la pena publicarlo o es mejor dejarlo en el disco duro del ordenador para siempre. O incluso borrarlo.
P: Almudena Grandes valoró muy positivamente las raíces mitológicas de esta novela. ¿Qué situaciones y personajes mitológicos se encontrará el lector?
R: Sí, esta novela tiene una fuerte influencia del mundo clásico. Pero no es algo erudito, sino más bien cotidiano. Refleja una parte de mi vida en que lo grecolatino estaba permanentemente en mi cabeza, incluso cuando dormía. Fueron los cinco años de carrera en la universidad. Yo veía minotauros por todas partes, toros blancos que raptaban a princesas, metamorfosis, cavernas. En fin, era algo obsesivo. Sin embargo, me daba cuenta de que los mitos, que en su día tuvieron un valor cotidiano y religioso, se habían convertido en algo académico y solemne. Siempre me ha despertado curiosidad imaginar dónde está el origen de cada mito. Y pensé, ingenuamente, escribir una historia que fuera la base para que, miles de años después, la gente hablara del mito de Teseo, Ariadna, el Minotauro, el laberinto y todo lo que hay a su alrededor, como si se hubiera originado en una ciudad de provincias, en una academia de estudios, con un estudiante de Filología Clásica, a finales del siglo XX. Puede parecer un disparate, pero quizás el mito del rapto de Europa por parte de Zeus tuvo su origen hace miles de años cuando un tipo de una aldea griega fingió el rapto de su novia, con el consentimiento de ella, para forzar a los padres a que le dieran permiso para casarse. Bueno, ese es el mecanismo que está en el origen de esta historia. Pero no pretendía que los lectores llegaran a esta conclusión, sino que cada uno la leyera y, si es posible, la disfrutara a su manera y con sus propios códigos.
P: ¿Hay alguna historia de amor o pasión que merezca la pena de arrostrar la posibilidad de quedarse encerrado en el laberinto?
R: Sí, yo creo que sí. De hecho, las verdaderas historias de amor, desde fuera se ven de una manera muy idílica y maravillosa, casi como el argumento para una serie televisiva. Pero, con frecuencia, el enamorado o la enamorada se sienten como si estuvieran encerrados en un laberinto en el que dan vueltas y no pudieran salir. En realidad, no desean salir: quieren permanecer siempre perdidos, desaparecidos y desorientados junto a la persona amada, en un estado febril y "levitativo", por decirlo de alguna manera. Nada de lo que hay fuera es interesante para ellos. Esto, claro, se acaba antes o después, o eso tengo entendido. Pero, mientras dura el enamoramiento, se percibe el mundo como si uno permaneciera encerrado en una caverna o en un laberinto, o en los dos a la vez, y lo del exterior no fueran más que sombras y sonidos. No quiero decir que a todo el mundo le ocurra esto. Yo hablo por mi experiencia, por supuesto.
P: ¿Le aconsejaría leer este libro a alguien que esté cursando el bachiller o la carrera universitaria antes de lanzarse al mercado laboral, a la vida adulta, o menor que permanezcan inconscientes de lo que es el mundo?
R: Afortunadamente, no es un "Manual para estudiantes ingenuos que se darán pronto de bruces con la realidad", aunque pueda parecerlo. Sí, claro que se lo aconsejaría. Además, las cosas que ocurren en esta novela son tan "extremas" que no creo que nadie piense que le pueda pasar algo así. No me gustaría que alguien sacara conclusiones sobre la vida, en general, después de leer esta novela. Para eso están los libros de autoayuda y las revistas del corazón. El protagonista es joven, alrededor de los veinte años, aunque quiere parecer mayor, y yo creo que eso puede acercarlo a estos lectores que no encuentran historias con las que identificarse, o que les cuesta trabajo encontrarlas.
P: ¿Cuánto humor hay en este texto y con qué fin lo ha usado? ¿Humor negro, blanco, sarcástico, sutil?
R: Un poco de todo. A mí me atrae mucho el uso del humor, pero, sobre todo, la ironía y el sarcasmo. La mezcla de las tres cosas, más bien. Es como el protector de estómago que tomamos antes de un medicamento o antes de una noche de comida y alcohol. El humor y la ironía son como una protección contra la crudeza, lo absurdo y lo contradictorio del mundo, o de los mundos, porque yo creo que hay varios aunque parecen el mismo. Más que un recurso literario, para mí es un modo de vida. Hasta en los momentos más trágicos y dramáticos uno puede agarrarse al humor y a la ironía para salvarse. Tampoco hay que pasarse, porque una cosa es el humor y otra es tomarse todo a risa. Encontrar el punto intermedio es lo más difícil.